domingo, 10 de octubre de 2010

MI LIBRO SOBRE TOLKIEN (I)

Cambio de tercio.

Os hablé hace meses de que tenía intención de escribir un libro con mi visión de la obra de Tolkien. Pero veo que no llega la ocasión. Mi libro solo existe de momento en esa Biblioteca de Lucien en el Sueño, donde figuran todos los volúmenes jamás escritos o conclusos.

Y ayer, un par de fragmentos, de Tolkien y del Evangelio, se cruzaron en mi cabeza. Así que voy a compartirlos, aunque os suenen un tanto a chino.

He añadido, por similitud temática, un fragmento del Eclesiastés y el final del Quenta Silmarillion, de cuyo último capítulo forma también parte el texto que hace referencia a los Silmarils.


Comentar al menos que mi interés en los libros de Tolkien se centra en su valor como mitos modernos.

Aclarar que, obviamente, ni Tolkien ni yo entendemos "mitos" por "explicaciones supersticiosas de civilizaciones pre-científicas", sino como otra forma de racionalidad, que no explica como la ciencia el cómo sino el por qué de las cosas.

Tanto las antiguas mitologías como las religiones o los filósofos platónicos aseveran la existencia de distintos aspectos de la realidad más allá que el que percibimos por los sentidos. Los eventos que ocurren en esos mundos supramateriales no tenemos otra manera de comprenderlos racionalmente que a través de los mitos, de cuentos, relatos, parábolas.

Se trata de una verdad INEFABLE por si misma, que sólo se aprehende de manera intuitiva mediante estos relatos.


"Hay un tiempo para todo y un momento
bajo el cielo para hacer cada cosa:
hay un tiempo de nacer y otro de morir;
un tiempo para plantar
y un tiempo para cosechar.
Un tiempo de dar muerte, y otro para sanar;
un tiempo de destruir
y un tiempo para construir.
Un tiempo para llorar y otro para reír;
un tiempo para los lamentos
y un tiempo para las danzas.

Un tiempo de esparcir piedras
y otro para recogerlas;
un tiempo de abrazarse y otro para separarse.
Un tiempo para ganar y otro para perder;
un tiempo de callar y otro de hablar.
Un tiempo para amar y otro para odiar;
un tiempo para la guerra
y un tiempo para la paz...

Eclesiastés 3, 1-8


"Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero."

Mateo 13, 24-30


"Pero la joya quemaba la mano de Maedhros con un dolor insoportable; y entendió que era como había dicho Eönwë, y que no tenía derecho al Silmaril, y que el juramento no servía de nada. Y lleno de angustia y desesperación, se arrojó a una grieta de grandes fauces que despedían fuego, y así llegó a su fin; y el Silmaril que llevaba quedo sepultado en las entrañas de la Tierra.

Y se dice que Maglor no pudo resistir el dolor con el que el Silmaril lo atormentaba; y lo arrojó por fin al Mar, y que desde entonces anduvo sin rumbo por las costas cantando junto a las olas con dolor y remordimiento. Porque Maglor era grande entre los cantores de antaño, y sólo a Daeron de Doriath se nombra antes que él. Y así fue que los Silmarils encontraron su prolongado hogar: uno en los aires del cielo, y uno en los ruegos del corazón del mundo, y uno en las aguas profundas. En esos días construyeron muchos barcos en las costas del Mar Occidental; y desde allí numerosas flotas de los Eldar navegaron hacia el Occidente, y no regresaron nunca a las tierras del llanto y de la guerra. Y los Vanyar volvieron bajo los blancos estandartes y fueron llevados en triunfo a Valinor; pero el regocijo de la victoria estaba disminuido, pues volvían sin los Silmarils de la corona de Morgoth, y sabían que esas joyas ya nunca podrían encontrarse y reunirse de nuevo, a no ser que el mundo se rompiera y se rehiciera."


"Aquí concluye el SILMARILLION. Si ha pasado desde la altura y la belleza a la oscuridad y la ruina, ése era desde hace mucho el destino de Arda Maculada: y si un cambio sobreviene y la maculación se remedia, Manwë y Varda lo saben; pero no lo han revelado, y no está declarado en los juicios de Mandos."


El Eclesiastés nos habla de que cada cosa tiene su momento. La siembra y la cosecha...

San Mateo hace ya una mención muy tolkienana al Enemigo -Melkor, EL-QUE-SE-ALZA-EN-PODER será denominado por los Elfos Morgoth, Enemigo oscuro- y la reveladora referencia a su obra "cuando los hombres dormían".

El significado del texto está claro: La corrupción está implícita en la Creación, forma parte de su destino y no puede deshacerse ni debe interrumpirse hasta su consumación. Así con la maldad de los hombres, unida como la cizaña a su corazón.

Análogamente, al final de la Primera Edad del Mundo, los Sílmarils, fuente de la Luz Primigenia de los Dos Árboles, encuentran su lugar de reposo: Uno en el Aire, el de Eärendel -el Lucero Vespertino-, otro en la Tierra, otro en el Agua. Se pierden para el Reino Aventurado del Oeste, la realidad original, modélica, pero forman parte de la constitución de Arda, el Reino de los Mortales, y la propia luz de la estrella Eärendel es una promesa de redención para la Tierra Media.

Pero una redención que llegará a su tiempo. No se pueden recuperar los Silmarils sin destruir el mundo. No se puede arrancar la cizaña sin destrozar el trigo con ella. El destino ha de cumplirse de manera inexorable.

Seguramente, mis sufridos lectores, todo esto os suene ahora, ya digo, a chino. No os preocupeis, "hay un tiempo para todo..."

7 comentarios:

Julián dijo...

Pedro, ¿qué has fumado? Que rule un poco, no te lo quedes para ti ;-))

Mikel Janín dijo...

Muy interesante. Desde luego no es un secreto la raiz catolica de los mitos de Tolkien, pero veo muy apropiado tu analisis. Animo con el libro, yo me lo comprare cuando lo escribas.
Nota: ausencia de tildes involuntaria :)

PEDRO ANGOSTO dijo...

Muchas gracias por tu comentario, Mikel.

En efecto Tolkien era católico. Ahí se acaba la relación de esa religión con sus mitos.

A "Smith of Wooton Maior" me refiero...

Cualquiera que sepa un poquito de teología detectaría que el Silmarillion es puramente HERÉTICO con respecto a la ortodoxia católica.

Lo que Tolkien cuenta, como los mitos, es muuuuuuuuuuuuuuuucho más antiguo que el cristianismo.

De hecho hay un texto en sus obras inconclusas en las que Tolkien dice, nada sutilmente, que La Biblia es lo que los Hombres recuerdan de lo que ocurrió, mientras que el Silmarillion, las crónicas élficas, son mucho más completas y fieles pues ellos vivieron antes y llegaron al Oeste.

Tolkien sostiene tener "la revelación original", y que la Biblia y similares solo son copias de copias de copias deformadas...

Mikel Janín dijo...

Ja, ja, eres un radical. Tolkien era más católico que Wojtyla, y su mito lo construyó durante toda su vida. Para Tolkien, el catolicismo no era una opinión que uno suscribía, sino una realidad a la que uno se sometía. He dicho y mantengo que la raíz es católica. Las hojas (de Nigel, supongo) no lo son. Y claro, el Edda escandinavo, los mitos celtas y otras cosillas también tendrán algo que ver con Arda, pero no son todos los mitos primos hermanos? Si Dios es literalmente Zeus!. El Silmarillion herético? Bueno, para eso tendríamos que pensar que Tolkien estuviera haciendo teología al escribirlo y no es el caso. Y eso de "la revelación original" de dónde lo has sacado? Es trola, no? :)

Ivan Gil dijo...

yo sigo pensando que si guionizaras historias fuera de los superhereos utilizando tus inquietudes filosoficas, esotericas, exotericas y algo de pulp, tendriamos una joya en bruto....

pero no colará...

PEDRO ANGOSTO dijo...

Mikel, creo que mejor dedico un post futuro a ir explicándote todas esas cosas.

En cualquier caso insisto en que yo no discuto las creencias de Tolkien, que tuvieron una inmensa influencia en cómo elaboró su obra, sino lo que subyace a la obra en sí.

Y no, eso no me lo he inventado. Forma parte de uno de los fragmentos inconclusos publicado en uno de los últimos doce volúmenes de la Historia de la Tierra Media. No recuerdo exactamente en cual, del 10 al 12.

Mikel Janín dijo...

Ok! Espero tu post! :)