lunes, 20 de mayo de 2013

SUPERHÉROES: UNA MITOLOGÍA MODERNA (Y II)

El arranque de la Edad de la Razón arrasará en parte con los símbolos relacionados con todo lo religioso y antiguo, al menos en lo exterior.

Aunque los dioses clásicos pervivirán en la decoración de mansiones y palacios, como si su Olimpo no fuese alcanzable ni modificable por los eventos que transcurrían durante la Ilustración.


En el Arte, los nuevos conceptos de una sociedad moderna y científica serán sin embargo representados como Alegorías, en realidad un nuevo panteón de dioses y diosas que sin duda se representan en el mismo espacio fantástico de los Olímpicos.


Todos los elementos en la Alegoría representa algo, subyace por tanto un significado escondido que solo los iniciados llegan a descifrar en su totalidad.

Y más allá, el simple hecho de representar conceptos abstractos "Justicia", "Virtuda", "Razón", "Filosofía", etc... supone una plasmación de lo ideal en lo físico, unas estampas que muestran humanos ideales, modelos a seguir.


Durante una etapa, la fantasía y los númenes se refugiarán en la literatura, el teatro, la ópera, en tanto la sociedad se vuelve más secular y "racional".

La relación entre creación y magia se hará más estrecha, y las obras más memorables serán aquellas que incorporen estos elementos fantásticos. Los antiguos dioses vuelven a mudar de ropa como ocurrió con el auge de la literatura artúrica y de caballerías.


El péndulo vuelve a cambiar de dirección y todo volverá a explotar de nuevo con el Romanticismo. Si el Renacimiento había rescatado los dioses clásicos, ahora cada nación hace lo propio con los suyos.

Lo antiguo, lo desconocido, lo oculto, lo diferente, lo forestal, lo onírico es el lugar preferido, el único apropiado para la manifestación de la divinidad.

Obras como las de Wagner para los alemanes supondrán no solo un cuento fantástico popular sino toda una filosofía, una cosmovisión inagotable que aún hoy en día es comentada y analizada por estudiosos que buscan desentrañar el significado último de los dioses nórdicos y sus arquetípicas tragedias.


El progresivo agotamiento del mundo físico desconocido por las exploraciones del siglo XIX irán empujando de nuevo a todos estos seres fantásticos a la floreciente literatura fantástica.

Los más destacados autores no dejarán de estar fuertemente influenciados por diferentes corrientes místicas y espirituales o desarrollarán ellos mismos versiones ficticias de estas.


Retrotrayéndonos un poco para recuperar la expresión gráfica de estos seres sobrenaturales, la obra de William Blake supone una perfecta fusión entre lo artístico y lo profético, lo esotérico y lo fabuloso.

Blake desarrollará toda una mitología personal que plasmará en sus cuadros. Pero no es más que un eslabón más de la tradición inglesa que pasa por Milton, Spencer, Shakespeare, etc...


Otros artistas como Mucha ó los Pre-Rafaelistas recuperarán las figuras semi-divinas del mundo clásico o la mitología céltica o artúrica.

Sus obras y estilos volverán a influenciar desde la decoración y arquitectura hasta la ilustración.


Y es aquí donde podemos unir todas estas tendencias de nuevo con la literatura, en este caso la literatura pulp, cuyos portadistas e ilustradores contarán con todo ese acerbo artístico acumulado en su trabajo.


Las perfectas figuras apolíneas o la imaginada y perfecta América de Rockwell se mezclarán con los ilustradores de aventuras o mundos oníricos fomentando una transición natural entre ambos mundos.


Una de las primeras obras en cómic, Little Nemo in Slumberland, destacará exactamente por eso: plasmar en papel mundos imposibles, actualizando el cuento de hadas en una narrativa secuencial que remite a las planas figuras del arte egipcio.

Tanto Moore como Gaiman realizarán homenajes a este cómic que señalan la irrealidad y el simbolismo del mismo.


Y así, poco a poco, América desarrollará su propia mitología, y las encarnaciones de su pueblo y sus conceptos de Libertad y Justicia acabarán por inspirar a los nuevos héroes de papel que aparecerán en los años '40.


Virtudes y vicios, hechiceros y lugares oníricos, héroes patrióticos de un país concebido por masones, amazonas de islas imposibles...

Rastrear los antecedentes de los superhéroes es un tema inacabable, pero creo que con estas líneas se puede observar como cuando aparecen lo hacen directamente de la mano de otras formas de artes mucho mejor consideradas y más transcendentes.

A pesar de su original intención infantil y difusora, sus raíces están firmemente plantadas en el mundo de los dioses.


Jack Kirby, epítome de los autores de cómics, quedará impresionadísimo por el origen del Capitán Marvel y su barburdo mentor, y lo versionará una y otra vez en su carrera, más o menos disfrazado.

Así creará al Capitán América (versión fanta-científica), a Thor (versión nórdica), a los Nuevos Dioses y los Forever People, y hasta Demon. Todos ellos con mentor barbudo y palabras mágicas o rayos en su origen.


Las páginas de cómics se tornan el lugar "ideal" donde plasmar otros mundos inmateriales, y hasta los más abstractos conceptos irán tomando forma en ellas, y siendo a su vez fácilmente asimilados por sus lectores.

La mitología propia de los superhéroes se desarrolla, y en ella la magia y los dioses tienen siempre un lugar preponderante.


Llegados a este punto, Kirby podrá de nuevo hacer desaparecer la frontera entre Héroes y Dioses: Sus nuevos superhéroes son los NEW GODS, no solo en nombre, sino en historia, en poderes, en símbolos y en significado.


Kirby convertirá a esta obra en depósito de sus más altas y abstractas reflexiones, y a pesar de lo fallido del formato reivindica para siempre el valor de los superhéroes como vehículo de ideas y filosofías.


Influenciado directamente por los ilustradores americanos anteriores al nacimiento del cómic, Alex Ross recuperará para los panteones de los héroes esa armonía gráfica y espíritu heróico, angélico y divino que exhudan sus dibujos.


En cómics suyos como Kingdom Come de nuevo la mitología cristiana y los superhéroes se mezclarán perfectamente sin el más mínimo esfuerzo.


Miradas como la de Gaiman con su Sandman o los Libros de la Magia demostrarán que solo hay que dar un paso al lado o cambiar la perspectiva para que los "infantiles" superhéroes se tornen algo mucho más antiguo, más profundo, más peligroso.


Moore recuperará el arquetipo del Capitán Marvel para con su Promethea hacer de nuevo explícito que lo que ocurre en las páginas, entre viñetas, son en realidad odiseas simbólicas y espirituales.

Un mundo de múltiples niveles y significados, del que lo material solo es la capa más exterior.



Unos superhéroes "divinos" que nos invitan a hacer el camino contrario, y a pensar en los antiguos dioses, libres del peso de Iglesias y religiones, como historias de superhéroes.

Como historias.

3 comentarios:

Anonimus dijo...

Excelentes artículos Pedro; escritos de esta clase son sin duda el alma mater de tu blog y mi principal razón para visitarlo.

PEDRO ANGOSTO dijo...

Muchas gracias!

Debe ser que tengo toda la razón por que nadie replica! Jijijiji

Anónimo dijo...

Que palabras hermosas