jueves, 29 de julio de 2010

B.R.P.D. 1947

Algo de lo que no habíamos hablado aún, y que desde luego es una de mis lecturas favoritas es Hellboy, y sus múltiples spin-off.

Poquito a poquito Mignola ha desarrollado todo un universo de personajes interrelacionados que gozan de sus propias miniseries y con autores que le echan una mano (Dysart, Ba y Moon en este caso), aunque él sigue supervisándolo todo y se nota mucho su visión unificadora.



Por un lado el Bureau de Investigación y Defensa Paranormal goza de su propia serie de miniseries, además de la nueva versión que nos cuenta los primeros años del grupo, cuando Hellboy no era más que un niño, y el Prof. Bruttenholm, ese venerable sabio, comenzaba a reunir a sus operativos.

Este es el último producto de la franquicia que he leído, y es tan disfrutable como todos los demás. Es sorprendente como Mignola y compañía se las apañan para contarnos lo que esencialmente es la misma historia de siempre y hacerla fresca y atractiva. Esa es una verdadera muestra de talento.



Las mismas calaveras, las mistas estatuas medio rotas, portadas casi indistingibles de un proyecto a otro, un artista realmente limitado, pero que sin embargo se las apaña para "razzle-dazzle us", que cantaba el abogado de Chicago, y deslumbrados con humo y espejos nos sumerge de cabeza en ese mágico mundo cuyos habitantes, a base de ser conocidos y repetir apariciones, dan la sensación de un cohexionado universo del que apenas alcanzamos a conocer la punta del iceberg.



Kirby y Lovecraft a partes iguales, con esas gotitas de folklore real que nos hacen creernoslo todo. Seguiremos comentando los próximos tomos...

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