lunes, 13 de julio de 2015

DRÁCULA, DE BRAM STOKER

"Enter freely and unafraid..."

A quienes, como yo, no hayan tenido ocasión hasta ahora de conocer la obra original de Stoker tengo que recomendarles fervientemente que no dejen de leerla, pues encontrarán como he hecho yo un Drácula absolutamente diferente a las versiones cinematográficas, aún las más fieles.


De alguna manera, los intereses espirituales de Stoker constituyen una narrativa donde todo tiene un toque onírico, mágico y ultraterreno.

Drácula no es solo un señor con colmillos que va pegando mordiscos. Drácula es más como una MALDICIÓN, una presencia, un hechizo que parece alcanzar a todos y a todo lo que se le acerca.

Sus poderes le conceden una cierta ubicuidad, una capacidad de afectar la misma Realidad, la mente y el espíritu de sus víctimas. Lo de hincar el diente es lo de menos.


Así, descubrirá el lector montones de pasajes que no han sido adaptados y que dan a la historia nuevos e inesperados significados.

Comenzando por el extraño recorrido que hace el carromato de Jonathan Harker para acceder al Castillo Drácula. Como si esa localización solo fuese accesible a una determinada hora y día.


El propio Drácula explicará luego que en la noche de la llegada una especie de fuegos fatuos revelan la localización de tumbas de ricos guerreros que son aparentemente saqueadas por el único, diabólico ser que se atreve a andar por los bosques en tan siniestra fecha.

Pero sin embargo, esas tumbas actúan también como "guardianes del umbral" de los territorios del Conde, permitiendo solo la entrada a quienes conozcan las fórmulas mágicas para penetrarlos.

Me recuerdan poderosamente a las iniciáticas escenas de los Hobbits perdidos en el Bosque Viejo y sujetos a la magia de los árboles y los Tumularios.


Y es que la manera en que Harker queda prisionero del Conde en su castillo adquiere en la narración un tono de pesadilla. Aunque el Conde interviene para mantenerlo prisionero por medios físicos, no deja de traslucir que la esclavitud de su prisionero es algo que va más allá, algo mental.

Un castillo infinito, de pasillos cambiantes, en donde Harker se haya prisionero también de un modo sobrenatural, y no solo por las puertas cerradas y los precipicios.


Inesperado es también que en mitad del cautiverio el Conde -que tenía barba y bigotes y los lados de la cabeza rapados- se siente con su invitado y le narre el glorioso pasado de su pueblo y familia como guerreros y combatientes de los Turcos, sin llegar a identificarlo con Vlad, ojo.


Y, para reforzar el simbolismo infernal de esa dimensión de pesadilla más allá del Paso del Borgo, las tres vampiresas, quizás como manifestación de las mismas Furias del Hades.


El otro personaje del libro que es fundamental para entender el alcance de Drácula es Renfield, el desequilibrado vecino de la mansión de Carfax que el Conde hace sus nuevos dominios.

Desde su celda en el manicomio el ánimo de Renfield cambia con las idas y venidas del Conde, lo percibe, se comunica con el, como si su locura lo convirtiese en un medium para este tipo de criatura sobrenatural.


Por su manía de consumir a otros animales, por devorar sus almas y heredar su fuerza vital se descubre un impulso thanático, un nuevo aspecto de la perversión del Conde.

La manera en que su mente enferma percibe al vampiro es una excelente muestra de cómo este alcanza mucho más allá de lo meramente material.


Otro detalle revelador es que la llegada de Drácula acaba causando la defunción de todos los progenitores/figuras paternales de los protagonistas: No solo mata a la madre de Lucy Westerna, sino que también muere el padre de su prometido y hasta el abogado para quien trabaja Harker.

Es, como decimos, una maldición que, a través de Harker, se extiende a Mina, Lucy y a todo lo que estas tocan.


En la rebeldía de Lucy por aceptar las prescripciones de Van Helsing se adivina el componente sexual del control vampírico: A pesar de que la consume, Lucy no está dispuesta a renunciar a las misteriosas visitas nocturnas que, de alguna manera, tanto disfruta.


Las dudas de Van Helsing a la hora de comunicar sus sospechas serán en buena parte culpables de lo que ocurre a continuación, con una Lucy totalmente corrompida alimentándose de la sangre de niños: además de vampira, pedófila.


Cuando los cazavampiros se lanzan por fin a la destrucción de Drácula, deben también seguir unas estrictas reglas y rituales, donde lo de clavarle la estaca y cortarle la cabeza solo es el símbolo final.

El vampiro ha llevado a cabo toda una serie de trabajos "telúricos" por los que la tierra de su castillo lo une ahora a Londres y a sus diferentes escondrijos. Toda una serie de exorcismos son necesarios para desarraigarlo y debilitarlo, con tal de hacerlo vulnerable.


Pero Drácula, como el Anillo Único o el espíritu de Sauron que encerraba -quien también comenzó como vampiro/licántropo- solo podrá ser destruido en su propia tierra, en el lugar "donde fue forjado".

A esto ayudará Mina, que no tiene un gran protagonismo salvo al final, pues queda espiritualmente unida a Drácula por su corrupción y sirve de medium para seguir sus movimientos de regreso a Transilvania.


Los personajes deberán así realizar un peregrinaje penetrando en los oscuros dominios del Vampiro, pagando de alguna manera por sus errores o la oscura comunión de Mina con el No-Muerto.

Solo entonces, cuando el ciclo kármico queda cerrado, puede destruirse el vampiro.


Van Helsing debera recurrir a la Teurgia para protegerse a si mismo y a Mina de las mujeres Vampiro, que de nuevo actúan como guardianes de esas tierras.

Pero si ha habido un concepto que me ha sorprendido de todo el libro ha sido la mención que hace Stoker de un lugar en las montañas de los Balcanes donde este Drácula aprendió del mismísimo Demonio las artes que ahora maneja.

No se trata por lo tanto de un chupasangres: Es todo un Nigromante.

Lo inquietante: que donde el estudió, lo hicieron muchos más...

1 comentario:

Lobo de piedra dijo...

Hay varias versiones de la novela de Dracula realizadas por el mismo Stoker. Algunas de ellas son resumidas y en el prologo de estas insinua que esta historia le fue contada como veridica por alguien. Aun asi yo prefiero la pelicula de Francis Ford Coopola...llamarme inculto.